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Rusia - ce Europa

Las sucesivas reuniones del líder ruso Vladimir Putin con el presidente chino Xi Jinping y el presidente francés Emmanuel Macron son altamente simbólicas. Parecen ser una ilustración del hecho de que Rusia, en medio de la crisis de Ucrania, se encontró una vez más en una encrucijada entre Oriente y Occidente.

En las reuniones en sí, todo era bastante predecible. En Beijing, como era de esperar, hay coincidencia o cercanía de posiciones en todos los temas. Con el invitado francés, igualmente predecible la divergencia de puntos de vista sobre el futuro de la seguridad europea.

La conclusión sugiere que las principales perspectivas de Moscú deben buscarse en el Este. Después de todo, no se espera una solución a los problemas fundamentales entre Moscú y Bruselas. Incluso el diálogo con los Estados Unidos, a pesar de todas sus complejidades, parece más prometedor en algunos aspectos que el diálogo con la Unión Europea amorfa e indecisa.

Y, sin embargo, no aceptaremos su aparición como la verdad última. En política exterior, como en finanzas, un jugador experimentado siempre mantiene una cartera de inversiones diversificada. Por tanto, sería un error registrar las relaciones con la Unión Europea en la columna de pérdidas netas.

En primer lugar, las posiciones negociadoras en el diálogo con Pekín serán mucho más fuertes con una fuerte “retaguardia europea”. Mantener la libertad de maniobra es de interés a largo plazo para Rusia.

En segundo lugar, no todos se dan cuenta de que es la Unión Europea, y no China en absoluto, la que está más interesada en la modernización rusa. La estructura del comercio ruso-chino, en la que Rusia está destinada a desempeñar el papel de una base de recursos predominante para la economía china, se adapta a Beijing. Pero para la Unión Europea, la interacción con Rusia en los sectores de innovación es objetivamente más importante. La UE va a la zaga de América del Norte y el este de Asia en muchos de estos sectores, y la inclusión de capacidades rusas podría ayudar a cerrar esta brecha.

Y finalmente, es imposible cancelar la proximidad cultural y civilizatoria con los países de la Unión Europea. A pesar de años de confrontación geopolítica, agravios y reivindicaciones, sanciones y antisanciones, Europa seguirá siendo el principal centro de atracción para una parte importante de la sociedad rusa.

Dado que hoy en día no es posible un "gran acuerdo" entre Moscú y Bruselas, tiene sentido centrarse en aquellas formas de cooperación que no parecen políticamente tóxicas. Hay buenas perspectivas en la implementación de la "transición energética" y la gestión del cambio climático. Existe la necesidad de coordinar esfuerzos en la gestión de la migración internacional. Se avecinan importantes oportunidades en el campo de las tecnologías de la información y la comunicación de la nueva generación.

La interacción en estas áreas a lo largo del tiempo permitirá volver a las ideas que se elaboraron a principios del siglo XXI y ahora se olvidan. Se trata de los "cuatro espacios comunes" y el concepto de "gran Europa desde Lisboa hasta Vladivostok".

Este patrimonio aún no reclamado puede volver a ser relevante en una nueva ronda de desarrollo político en Rusia y la UE. Es prematuro entregarlo al gabinete de curiosidades de fantasías románticas y curiosidades históricas.

Entonces es posible que algún día nosotros, sin oponernos a Ucrania, le digamos: "Rusia es Europa", y nadie podrá objetarnos.

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