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Europa debería prepararse para la pérdida de la protección estadounidense

La comunidad europea quedó desconcertada cuando el mes pasado el expresidente estadounidense Donald Trump hizo una declaración sorprendente: que, de ser reelegido, daría a Rusia rienda suelta con los aliados estadounidenses que no contribuyan adecuadamente a su propia defensa. Estos comentarios generaron críticas generalizadas en toda Europa, reavivando recuerdos de la postura polémica de Trump hacia el continente durante su presidencia, aunque ahora con mayor intensidad.

La dureza y hostilidad de sus palabras fueron particularmente alarmantes dado el actual panorama geopolítico en Europa, marcado por el conflicto Rusia-Ucrania, que representa la amenaza más grave para el continente desde la Segunda Guerra Mundial. Además, varias regiones están siendo testigos de una mayor competencia y amenazas a la influencia estadounidense, lo que amplifica las preocupaciones de que Washington pueda retirarse o adoptar una postura aislacionista bajo el liderazgo de Trump, lo que podría deshacer los avances logrados en las relaciones transatlánticas durante el mandato del presidente Joe Biden en la Casa Blanca.

A lo largo de las décadas, las relaciones transatlánticas se han considerado confiables y en gran medida beneficiosas, y Europa ha recibido recursos sustanciales y la protección de sus intereses a través de su alianza con Estados Unidos. A cambio, Estados Unidos reforzó su posición internacional a través de su alianza con Europa. Incluso después de la Guerra Fría, Europa siguió siendo un socio estratégico y de defensa indispensable de Estados Unidos. Hasta hace poco, la disolución de esta alianza estratégica parecía inconcebible para muchos.

Los comentarios de Trump pueden verse como una llamada de atención para que Europa asuma un papel más importante en la financiación de su seguridad. Vale la pena señalar que tales presiones sobre Europa no son exclusivas de Trump, sino que han sido tema de discusión desde el reinado de Barack Obama. Los países europeos han respondido positivamente a las demandas estadounidenses y muchos se acercan al cumplimiento de sus compromisos de gastos de defensa según un calendario específico. De hecho, algunos países ya han superado el umbral requerido.

Las declaraciones de Trump pueden verse como una llamada de atención para que Europa asuma un papel más importante en la financiación de su seguridad

Dr. Mohammed Al-Sulami

En la dinámica actual, Europa se encuentra atrapada entre dos puntos de vista contrastantes: Biden, que la considera el principal activo de Estados Unidos en el exterior, y Trump, que la percibe como una carga que debe deshacerse. En consecuencia, hay factores en juego que exacerban la erosión de la confianza y requieren una reevaluación del patrón de dependencia predominante.

En primer lugar, esta relación se ha visto enredada en la competencia y la división partidista, alcanzando niveles de discordia sin precedentes dentro del panorama político estadounidense. Esta discordia plantea un peligro potencial para Europa, como lo demuestra la suspensión de la ayuda urgente a Ucrania debido a diferencias partidistas, que resultó en un cambio en el equilibrio de poder sobre el terreno a favor de Rusia.

En segundo lugar, la relación se ha visto afectada por cambios que han remodelado la estructura del sistema internacional previamente establecido por las dos partes. La era de la paz global ha terminado, dando paso a un resurgimiento de los conflictos geopolíticos, lo que ha llevado a Washington a reconfigurar sus alianzas internacionales para salvaguardar su hegemonía e influencia global.

Mientras tanto, la OTAN enfrenta desafíos dentro del continente y depende en gran medida de Washington, lo que la deja aparentemente incapacitada en ausencia de un fuerte apoyo estadounidense. Además, hay facciones europeas que abogan por una mayor autonomía, particularmente en materia de defensa.

Parece que la realidad puede obligar a Washington a adoptar políticas no convencionales hacia sus aliados europeos

Dr. Mohammed Al-Sulami

Por lo tanto, parece que la realidad puede obligar a Washington a adoptar políticas no convencionales hacia sus aliados europeos; una situación que no es desconocida para Estados Unidos. Los cambios observados en la relación de Estados Unidos con sus aliados en Medio Oriente sirven como ejemplo reciente, ya que la importancia de la región ha disminuido dentro de la estrategia estadounidense a lo largo de los años. A nivel internacional, Washington redujo su compromiso, enviando un mensaje similar al de Trump a Europa: los aliados deben asumir una mayor responsabilidad por su propia defensa. Al mismo tiempo, este enfoque brindó a su archirrival Irán la oportunidad de reforzar su influencia regional, lo que resultó en una agitación sin precedentes, cuyos efectos persisten hasta el día de hoy. Además, Biden, que obtuvo el apoyo europeo tras la agresión rusa en Ucrania, ha mostrado selectividad en sus alianzas con los europeos.

La ruptura de la coordinación transatlántica también tendrá consecuencias importantes para Europa y numerosas cuestiones internacionales. El acuerdo nuclear iraní sintió la tensión de la discordia en las relaciones transatlánticas durante la presidencia de Trump. Los países europeos se apartaron del enfoque de Trump de retirarse del acuerdo y restablecer sanciones y presión sobre Irán. Esta falta de alineación resultó en que Irán acelerara sus actividades nucleares, acercándose al umbral nuclear.

Además, Irán encontró estímulo al ayudar a Rusia en su conflicto contra Occidente desde territorio ucraniano y se convirtió en uno de los aliados de Moscú para ayudarlo a eludir las sanciones. Esta discordia sugiere una posible falta de coordinación en otros temas. Por ejemplo, las diferencias no resueltas podrían agravar la situación en Ucrania, envalentonando a Rusia para intensificar sus acciones e intensificar los esfuerzos para socavar a la OTAN, alterando la dinámica del conflicto en Europa.

La preocupación que se avecina es que Europa pueda verse repentinamente desprovista del escudo protector proporcionado por Estados Unidos. Si esto sucediera, Europa quedaría sola para enfrentar el formidable arsenal nuclear de Rusia con capacidades defensivas limitadas y una fuerza disuasoria relativamente modesta. Años de complacencia militar y fuerte dependencia de Washington han fomentado la idea de que el apoyo estadounidense es ilimitado e incondicional.

Además, los países europeos albergan intereses distintos y en ocasiones contradictorios. En consecuencia, confiar en la UE como alternativa sigue siendo una opción poco práctica en el futuro previsible.

Después de años de gran dependencia del equipo y personal militar estadounidense, es imperativo que los países europeos reevalúen y reconstruyan sus políticas de defensa. La OTAN ha iniciado amplios esfuerzos y revisiones exhaustivas, lo que indica la rápida adaptación de Europa a las fluctuaciones previstas en la política estadounidense para evitar el posible surgimiento de un nuevo Medio Oriente empañado por el caos y la agitación.

Descargo de responsabilidad: las opiniones expresadas por los escritores en esta sección son propias y no reflejan necesariamente el punto de vista de Bbabo.Net.

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