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Rusia - Por qué 'Hinterland: Sin City' es imprescindible para cualquier cineasta

Rusia (bbabo.net), - La película austriaca "Hinterland: Sin City" es un inesperado y, debo decir, un gran ejemplo de cómo funciona hoy el estilo del expresionismo alemán perteneciente a la historia, - la solución visual de la pintura de Stefan Ruzowitzky la convierte en una visita obligada para cualquier cineasta.

Stefan Ruzowitzky, el ganador del Oscar que ganó la película de 2007 The Counterfeiters, es aquí nuevamente un maestro del original, trabajando con trazos poderosos y seguros. La acción tiene lugar después de la Primera Guerra Mundial en 1920; un grupo de soldados y oficiales del derrumbado Imperio Austro-Húngaro regresa del cautiverio ruso a Viena.

Entre ellos se encuentra Peter Perg, un ex detective forense de éxito. Durante dos años de cautiverio, su tierra natal ha cambiado más allá del reconocimiento: su antiguo poder y esplendor se han evaporado sin dejar rastro, ahora es solo un pequeño país en el mapa de la Europa devastada por la guerra. El mismo Perg ya no es el mismo: un rostro desfigurado por una conmoción cerebral, una mirada extinta, pesadillas, una conciencia nublada hace que todo a su alrededor sea deforme, ajeno, hostil. La imagen magnética, creada por el actor austriaco de origen turco Muratan Muslu, desde el primer fotograma marca el tono de algo irremediablemente deshumanizado para toda la imagen: la guerra, como el nuevo Frankenstein, convierte el mundo humano en una reunión de sombríos, listos- hecho monstruos.

Cuadro, la película atrae al espectador a este mundo lúgubre, casi monocromático, de devastación y caos de la posguerra. Viena parece una empalizada de chimeneas de fábrica colocadas al azar, oprime con corredores de calles oscuras, sus edificios deformados sin ángulos rectos y verticales comprimen a la gente en una multitud que grita y corre al azar, los callejones oscuros están llenos de peligro. El expresionismo del artista Uli Simon continúa en el trabajo del director de fotografía Benedict Neuenfels: ángulos siempre inesperados, dolorosamente "anormales", la imagen está distorsionada por la óptica, y cuando la cámara se abre paso entre esta multitud, el panorama de rostros te recordará Los capricos de Goya o incluso las pesadillas del Bosco. La ciudad de los palacios y las catedrales aparece como un teatro ominoso, donde en primer plano, de cerca, la calle es constantemente atravesada por burgueses de negocios de los extras teatrales, como si estuvieran en el fondo del escenario.

Y en ese séquito nos convertimos en testigos de sucesivos asesinatos. Uno van muriendo compañeros de Perg, los asesinatos se llevan a cabo con cierto ingenio diabólico: alguien es clavado a la cerca a la manera de San Sebastián, en el cuerpo se leen claramente diecinueve laceraciones; alguien es desmembrado y congelado en diecinueve bloques de hielo, diecinueve de sus veinte dedos de manos y pies son cortados... Berg tendrá que recordar su antigua profesión y, al mismo tiempo, descubrir muchas cosas nuevas en sus antiguos amigos, colegas, colegas policías.

En esta imagen, todo parece inconsistente. La muerte misma es humillada, pisoteada en el lodo del camino. La fe se ultraja y el héroe orina con furia en el altar de la majestuosa catedral. Teresa Kerner, frágil, aireada y poética, con quien Perg desarrolla una extraña relación platónica, es patóloga de profesión, examina con frialdad los cuerpos destrozados (obra de la bella Liv Lisa Fries, refinada, construida sobre contrastes).

Si la solución visual de la película hace pensar en El gabinete del Dr. Caligari de Robert Wiene y otras obras maestras del expresionismo alemán, entonces el ritual número 19 y algunos rasgos del encuadre argumental se refieren a thrillers como Seven de David Fincher o The Third. Hombre de Carol Reed. El desarrollo de la acción es pausado, pero tenso; la atmósfera dolorosa de la película, llena de secretos, la imprevisibilidad de los acontecimientos proporciona un equilibrio virtuoso entre el cine de autor exquisitamente infernal y el thriller comercial que puede capturar la imaginación del espectador. Es, por así decirlo, la encarnación misma de la fealdad y las pesadillas de la guerra. Una imagen asombrosamente poderosa del mundo paralizado por él, visto como desde dentro de este mundo a través de su óptica distorsionada y despiadadamente nítida, es lo principal que queda después de ver esta película. Misteriosamente sonando para el oído ruso, "Hinterland" no es el nombre de una "ciudad de los pecados" desconocida, sino, literalmente, "tierra interior", el mundo interior de una conciencia incurablemente enferma, herida por la guerra.

Rusia - Por qué 'Hinterland: Sin City' es imprescindible para cualquier cineasta