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Los lazos cambiantes de Medio Oriente se equilibran en una cuerda floja diplomática

La invasión estadounidense de Irak en 2003 cambió el equilibrio de poder de Oriente Medio hacia los tres estados no árabes: Turquía, Irán e Israel, creando un nuevo entorno estratégico. Este entorno sufrió una transformación después de los levantamientos árabes, que desplazaron el centro de gravedad de la región hacia el Golfo, con estos países jugando un papel más activo en los asuntos regionales. Los desarrollos posteriores en el orden posterior a 2010 evolucionaron los parámetros de las relaciones entre Turquía, Israel y ciertos estados del Golfo, en particular los Emiratos Árabes Unidos, lo que generó dudas sobre cómo podrían formar una relación triangular que podría ser potencialmente beneficiosa cuando se tratar problemas comunes.

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, anunció este mes que recibiría a su homólogo israelí, Isaac Herzog, en una visita oficial a mediados de marzo, y agregó que tanto Turquía como Israel están ansiosos por reconstruir los lazos, que han estado tensos durante años. Aunque se considera que la presidencia israelí tiene un papel en gran medida ceremonial, la invitación y su visita anticipada señalan un acercamiento que probablemente sea impulsado por fuertes intereses mutuos y preocupaciones comunes.

En medio de los anuncios provenientes de Ankara, Herzog también realizó una visita histórica a los Emiratos Árabes Unidos, que normalizó los lazos con Israel en virtud de los Acuerdos de Abraham en 2020. Este viaje destacó las florecientes relaciones entre los dos países, ya que cada uno puso sobre la mesa varios temas para cooperación conjunta, de la que Turquía también puede ser parte. En la víspera de la visita de Herzog a Abu Dabi, tres miembros del Consejo Nacional Federal de los EAU visitaron el parlamento de Israel, convirtiéndose en la primera delegación emiratí allí desde la firma de los Acuerdos de Abraham.

En este contexto, la visita programada de Erdogan a los Emiratos Árabes Unidos el lunes cobra especial importancia. En su primer viaje de este tipo en casi 10 años, el presidente turco corresponderá a la visita del príncipe heredero de Abu Dabi, el jeque Mohammed bin Zayed Al-Nahyan, a Turquía en noviembre pasado, en la que se firmaron varios acuerdos de inversión y cooperación.

Estas visitas de alto nivel se producen en el contexto de las crecientes tensiones entre las principales potencias, en particular EE. UU. y Rusia, lo que indica que existen temas cruciales en los ámbitos económico y de seguridad que sirven como fuerza impulsora en su relación triangular.

La primera área de interés y preocupación mutuos es Siria. Tanto Israel como Turquía son vecinos inmediatos de Siria. Mientras Tel Aviv está preocupado por el conflicto que emana del sur de Siria, Ankara está preocupada por el futuro del norte de Siria. Por lo tanto, la propia experiencia de Israel con los ataques transfronterizos conduce a una comprensión mutua de los desafíos que enfrenta Turquía en Siria.

Hay temas cruciales en los ámbitos económico y de seguridad que sirven como fuerza impulsora en las relaciones interestatales.

Sinem Cengiz

En segundo lugar, tanto Turquía como Israel tienen un interés estratégico en el acuerdo de posguerra que emerge en Siria y apoyan un proceso de transición política. Dado que el régimen de Assad ha vuelto a consolidar su autoridad en territorios previamente perdidos por las fuerzas de oposición en la mayor parte del país y que no hay alternativas a su gobierno, tanto Turquía como Israel han reconocido las nuevas realidades y han adoptado un enfoque más pragmático hacia Siria. asunto.

Las recientes propuestas de los Emiratos Árabes Unidos a Siria podrían leerse dentro de este contexto. En diciembre de 2018, Emiratos Árabes Unidos reabrió su embajada en Siria y envió a su ministro de Relaciones Exteriores a reunirse con Bashar Assad en Damasco en noviembre pasado. Las consideraciones económicas juegan un papel central en la reciente diplomacia de los EAU con el régimen sirio. El restablecimiento de las relaciones con Damasco, no solo política sino económicamente, es significativo, especialmente en términos de la reconstrucción de Siria. Por lo tanto, este último tema es ahora un terreno común en la relación Turquía-EAU-Israel.

La segunda área de interés y preocupación mutuos es Irán. No mucho después de la llegada de Herzog a los Emiratos Árabes Unidos, los hutíes en Yemen dispararon un misil balístico hacia los Emiratos Árabes Unidos. El Ministerio de Defensa emiratí dijo que interceptó y destruyó el misil y Ankara condenó el ataque. Por lo tanto, un segundo objetivo relacionado es que el triunvirato desee limitar la influencia de Irán en Siria y la región, especialmente en medio de las conversaciones sobre un nuevo acuerdo nuclear entre EE. UU. e Irán, que cambiará nuevamente el equilibrio de poder regional.

En tercer lugar, las preocupaciones económicas acercan a las tres partes en un momento en que el futuro de las importaciones de petróleo y gas de Rusia e Irán está en duda. Erdogan ha indicado que quiere que Turquía se involucre en la importación de gas israelí a Europa, y dijo que en marzo se llevaría a cabo una discusión sobre la cooperación energética con Tel Aviv.Por último, aunque las tres partes han sido aliados cercanos de los EE. UU. durante años, sus relaciones bilaterales con Washington han tenido altibajos durante las administraciones anteriores. Además, la política distante de la administración Biden hacia el Medio Oriente sugiere que los lazos entre Turquía, Israel y los Emiratos Árabes Unidos pueden fortalecerse aún más.

Sin embargo, a pesar de todos estos objetivos comunes, todavía existen varios desafíos. El futuro de esta relación triangular depende de la interacción de factores en pugna tanto en el ámbito político interno de cada país como en la región en general.

Sin embargo, lo más necesario para el éxito de tal triángulo cooperativo es que las tres partes caminen por la cuerda floja diplomática y manejen ciertos aspectos de continuidad y cambio en una región volátil, evitando al mismo tiempo pequeños cálculos políticos internos que puedan entorpecer la relación.

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